martes, 31 de marzo de 2009

La LAP sigue aumentando. Aquí pongo ésto, que parece ser que no vale nada.

CAPÍTULO CERO

En cuanto terminó la maleta se fue hacia el aeropuerto. En un principio pensó en esperar a la mañana siguiente, pero se hubiera pasado la noche recordando lo que era cruzar el mar en su compañía, así que prefirió coger el avión cuanto antes. Esta vez le daría igual contra quien chocarse. Además, tenía ganas de aprender como se cogía un avión. Siempre le pareció bonita la idea de ver las nubes desde un ángulo diferente. Sabía que probablemente tampoco allí encontraría su camino, pero a Mirna le sobraban las ganas de volar.
En el momento en el que acabó lo que hizo, sólo sintió vacío. Su conciencia acertó cuando le dijo la noche anterior aquello de que la venganza no devuelve ningún sentimiento. Pero Mirna y ella nunca habían tenido opiniones opuestas, y al final decidió no escucharla. Y aunque nada más terminar se limpió las manos de sangre en un intento por borrar lo que había hecho, casi inmediatamente volvió a ver los fantasmas vestidos de furia de las noches anteriores. Mirna limpió cuidadosamente el cuchillo y lo guardó sin huellas en el cajón de la cocina. Se sirvió un whisky sin hielo; con su propia frialdad bastaba para refrescar la bebida. Se sentó en el suelo, a su lado, y fijó la mirada en la luna, que ya comenzaba a asomarse por la ventana del salón. Allí, bebiendo, recordó como tantas veces la habían esperado juntos mientras hacían el amor en aquel suelo, y se dio cuenta de que esa noche aquel cuerpo celeste les echaría de menos. Pasados unos minutos, se levantó del suelo de un salto. Derramó lo que quedaba de alcohol en un descolorido jarrón negro, y estampó el vaso contra el suelo. Recogió sus cosas apresuradamente y salió a la calle. Al descubrir el cielo abierto sobre su cabeza tragó una fuerte bocanada de aire. La noche era fría; le pareció un buen momento para hacer las maletas.
Llegó al portal temblando. Esta vez no se miró en el espejo del ascensor, sólo contempló durante algunos segundos su silueta en la puerta metálica mientras subía. Dejó los ojos quietos durante unos segundos cuando llegó a la cabeza, y se quedó observando el reflejo naranja. Pero no reconocía nada de ella en ese momento, ni siquiera su color de pelo. Al abrirse la puerta del ascensor y pisar el suelo del descansillo, toda ella se volvió fría. Sacó las llaves del bolso y metió la acertada en la cerradura muy bruscamente. Cuando abrió la puerta, se encontró con Rocco de frente. Mirna dio un paso adelante, necesario para poder cerrar la puerta tras su espalda. Él se acercó a ella hasta casi tocarla con el cuerpo, y le susurró al oído: “sabía que vendrías”. Ella le miró a los ojos, y sonrió a los pocos milímetros que les separaban. Entonces lo mató. No pasó nada por su mente mientras sacaba el cuchillo del bolsillo del abrigo. Pero en el momento en el que Rocco empezó a sufrir, Mirna volvió a ser cálida durante unos minutos. Cada vez que hundía el arma en el estómago de Rocco, le recordaba en su mente repitiendo continuamente la misma frase.
La tarde que Mirna descubrió todo sintió mucho calor. El número de grados en la calle no era elevado para estar en el mes de junio, tan sólo que comprobó como la ira y la traición pueden llegar a ser realmente calurosas. Aquel día pasó tan desapercibida como de costumbre. Incluso puede que algo más, ya que ellos dos ni siquiera la vieron ocurrente. El camino de vuelta a casa después de trabajar aquel jueves fue igual de trastornado que siempre. Desde hacía unos meses la cama de Mirna estaba rodeada de aburrimiento y conformismo, pero las promesas que se hicieron de amor eterno años antes le daban las fuerzas necesarias para buscar una solución. Sólo tenía que recorrer dos calles, pero era tiempo más que suficiente como para recuperar unas pocas ganas de verle, e intentar terminar el día con buen pie. Mirna se negaba a dar todo por acabado. Cuando conoció a Rocco sintió por primera que vez alguien la esperaba impaciente, y eso le dio algo de sentido a su insustancial vida. Ahora las cosas ya no eran como al principio, pero había olvidado lo que era estar sola y no tenía ganas de volver a aprenderlo. Él siempre callaba al respecto, parecía que también se conformaba. Y ella sabía perfectamente que era porque tampoco quería estar solo. Hasta que Mirna no entró en su casa aquella tarde, nunca se había planteado que Rocco pudiera encontrar alguna alternativa a su melena pelirroja que acabara con su fingido cuento de hadas. Cuando entró en el ascensor esbozó una sonrisa frente a uno de los espejos de las paredes. Pulsó el botón del sexto piso y aprovechó el camino para colocarse el discreto vestido gris que llevaba puesto. Mientras abría la puerta de casa, se colocó el pelo. Sabía que Rocco nunca volvería a sentir por ella la misma pasión de años antes, pero quería por lo menos seguir resultándole agradable a la vista. Al entrar en el salón descubrió el por qué del silencio de Rocco. El pelo de Mirna se fue volviendo de color fuego a medida que la ira la iba consumiendo. Después de llevar años sentada en un sueño, sintió como caía a los infiernos mientras Rocco y su amiga desconocida buscaban apresuradamente su ropa interior por el suelo. En cuanto volvió del inframundo, le miró a los ojos. Rocco balbuceó varios intentos de excusas impertinentes mientras intentaba cogerle de la mano, pero Mirna se apartó. Se dirigió rápidamente a un jarrón negro que decoraba el salón, y sacó de él un ramo de flores de madera que dotaban la habitación de algo de colorido. Y así, con el ramo en la mano y el pelo teñido de furia, salió de la casa, aunque esta vez sin peinarse mientras cerraba la puerta con un portazo.
El día que conoció a Rocco, Mirna tenía un montón de compras que hacer. Como nunca antes había viajado no tenía maletas, ni neceser, ni la más mínima idea de cómo se cogía un avión. Mientras elegía un abrigo de entre los miles que se vendían en aquel centro comercial, dejaba que su imaginación estuviera ya en Florencia, donde iba a iniciar su nueva vida en apenas un mes. Mirna no tenía nada, siempre había estado sola. Por no tener, no tenía ni abrigo. Así que no dudó en aceptar la oferta de traslado que le hizo su jefe. Terminó de comprar la mayoría de las cosas que le hacían falta a media tarde, pero decidió volver a casa. Caminaba sujetando una montaña de cosas que le tapaban los ojos, así que no se extrañó cuando sintió que se chocaba con algo. Lo primero que recogió del suelo fue su abrigo nuevo, ya que le había costado suficientemente caro como para mancharlo el primer día. Mientras lo guardaba en la bolsa de nuevo, una mano pálida le alargó un ramo de flores de madera. Conoció sus ojos mientras guardaba las flores inertes que decorarían su nuevo hogar, y sintió como si el aire se hubiese quedado parado en Madrid, en su vida.
A Mirna nunca le gustó llamar la atención. Su personalidad era tan simple que parecía hasta ocurrente a los ojos de cualquiera. Siempre había dado gracias a sus antecesoras femeninas por dejarle como herencia esa melena pelirroja, que era lo único que hacía que la gente no la confundiera con el asfalto de la calle. Nunca le había disgustado ese rasgo suyo, en verdad nunca había querido destacar. Pero desde hacía un par de días se había transformado en un ser frío, calculador y arrollador. Y eso, inevitablemente, la volvió más llamativa. Por primera vez sentía el frío del suelo al caminar. Notaba como la gente se quedaba mirándola cuando pasaba por al lado, y eso le hacía sentir poderosa. La ocurrencia que transmitía antes se había convertido en respeto, y por primera vez sentía que había volado hacia el lugar adecuado.

6 comentarios:

Laura dijo...

a mi si que me gusta...

Sparkling Diamond dijo...

pues es pa tirar...

-F osca dijo...

q exagerá eres jajajaja

pq no le guste a unos estirados farfulleros de la uni, no tienes q decir q es pa la basura!! aprecia tu obraa!!!!!! comprende lo sublime q es q no agrades en tus tiempos. postumamente esto valdrá más del 1000 clanders (moneda del futuro)

me encantan esas referencias a Rocco Sigfedi, Mirna, la impertinencia. Y me encanta ese final "por primera vez sentía que había volado hacia el lugar adecuado" tan contundente.

Bravo Sparkling

Plas Plas :D

Te admira, -F osca

jiji

Sparkling Diamond dijo...

jajajajajajaja a partir de ahora llamaré clanders a las monedas del Pet Society xDDDD

Eres grande, tía jajajaja Momentos de inspiración con el café.

Soy una incomprendida de mi tiempo, desde luego, pero me alegra saber que el nombre de Rocco triunfa entre la gente xDDDD


Muaaaaaa te kiero y te echo de menos buffff, la leche!

-F osca dijo...

Cuando Fosca comenta, comenta de verdad XD DE cada vez me levanto más pronto.
En cuanto termine de vestirme iré al Inem. En un principio pensé en eesperar a la mañana siguiente, pero me hubiera pasado al noche recordando lo que era tener trabajo, así q preferí ir cuanto antes jojojojojo

ay, no estoy bien! XD

muaka! te quiero muchooooo, volveréeeeeeeee

PD: gestionemos el encuentro con CHÚ!!!

Sparkling Diamond dijo...

jajajaja eso me suena a plagio xDDD

Encuentra curro de una puta vez y vuelve!!!!

Y Chú que dice que no viene!!!¬¬