Simplicidades de la vida

Me gusta cruzarme por el pasillo de mi casa con los fantasmas de siempre y darme cuenta de que ya no me atormentan. Soy capaz de darles los buenos días con una sonrisa e incluso bromear sobre el infierno que me hicieron vivir. Algo tan sencillo como saber que quien me puteo está jodido, y yo estoy de puta madre, algo tan simple como pensar durante un instante "ahora sabe lo que se siente", hace brotar en mi cara esa sonrisa tan insospechada que me da la felicidad durante un momento.
Ahora me cruzo con tu puto fantasma y noto como no es capaz ni de mirarme a los ojos. Las fotos que aún mantengo en el mismo lugar de siempre están teñidas de vergüenza. Y me alegro. Me alegro de que tu soberbia haya desaparecido. Ya no eres el intocable que pensaba en si mismo, ahora te han tocado, estás tocado, y entiendes lo que yo sentí. Y quizás yo debería llamarte y preocuparme por tí, y decirte que estoy aquí para lo que necesites, pero no sería verdad. No me sale hacerlo. Nunca estaré aquí para nada más que para ignorarte.
Cuando mañana me despierte y tu fantasmita aparezca en el pasillo de mi habitación, no podré parar de darle las gracias...Gracias por alejarme de tí. Fue a la fuerza, si, pero ahora te lo agradezco. Porque todo el mundo se cansa de llorar y sufrir, como por fin habrás descubierto, y yo no me había dado cuenta de que había llegado al límite. Y porque si no me llegas a dejar tirada, no habría descubierto lo que es vivir de verdad. GRACIAS.
Una vez de dije que no volvería a recoger tus pedacitos de corazón cuando te lo destrozaran. Después de tanto tiempo, por fin puedo cumplirlo.
Yo ya no existo.
Algo tan sencillo como decirte que ya no existo. Cosas sencillas que te arrebatan una sonrisa. Como beberme un colacao antes de ir a dormir. O como encontrarme trocitos de chocolate entre los cereales.